La vida es como el tablero del juego de La oca. Vas jugando con los dados que te da la vida, están los suertudos que parece que solo avanzan, todo les va genial y luego estamos tú y yo, los que cuando menos nos lo esperamos nos encontramos, por enésima vez, en la casilla de salida.
Y olé.
Pues bueno aquí estoy otra vez, ni recuerdo cual fue la tirada que me hizo regresar a este punto, y ojalá fuese como en el juego que de la noche a la mañana apareces en la salida sin saber como, la vida es poco más puta cruel y te deja ver como se aleja todo aquello que lograste, te deja ser testigo impasible de como día a día das pasitos de cangrejo hacia atrás -en plan moonwalk pero sin ese ritmazo- y nos es hasta que te ves entre la espada y la pared que te dice…”Venga, preciosa a hacer de nuevo el castillo de arena, intenta hacerlo un poco más lejos de la orilla esta vez, que no se lo lleve la marea alta al ocaso”.
Ooppsss…
Así que nada ya que “aquí estamos porque hemos venido”, habrá que hacer algo provechoso. Lo bueno es que las primeras casillas ya nos las conocemos al dedillo, sabemos como sortear la cárcel y el acantilado, lo único inevitable es la muerte. Es bueno saber que esa es la única que te lleva al “Game over”, y que mientras tanto tenemos infinitas oportunidades: lo realmente importante es decidir el cómo encarar esta situación ¿Volvemos a pasar por la misma ruta con desidia o quizás elijamos recorrerla “again and again» con ojos renovados y disfrutando de la primavera? Ajá, ya sabemos que aunque no seamos muy suertudos, listos somos y un rato largo.