Me crié en una familia donde no se reemplazaban las cosas hasta que estaban inservibles. Mis recuerdos de adolescencia son con un chandal muy calentito del que me costó despedirme el día que se rompió irremediablemente, hasta ese momento no tuve otro.
Y tan mona que iba yo…XD
Pero hoy lo “cool” es el consumismo, las cosas son cada vez de peor calidad, se hacen directamente de usar y tirar… y lo más triste, es que esto se está extendiendo a las personas y la relaciones.
Ingenua de mi pensaba que yo era especial, un producto de alta calidad del cual jamás querrías librarte, hasta hoy: el día en que una persona muy apreciada y a la que yo consideraba un amigo me ha demostrado que también soy de usar y tirar.
Me ha hecho reflexionar en como nos hace comportarnos la sociedad, la sociedad del terror, nos castra en pos de tener una relación monógama, que nos roba la libertad de elegir nuestros amigos, nuestros hobbies y hasta nuestras batallas. Es el precio que hay que pagar dicen, pero nos mienten, te lo aseguro… Tengo la suerte de tener una relación monógama en la cual puedo hablar con quien quiera y del tema que quiera, ser amiga del diablo, bailar desnuda bajo la lluvia si me place y no hay precio a pagar… pero para ello hay que luchar, salir de la carrera de ratas, retar a muchas personas -que intentarán contagiarte sus putas paranoias- y ser capaz de enfrentarte sola a los molinos de vientos -tus molinos de viento que son los más peligrosos-. Es una gran gesta y no todo el mundo está dispuesto a ello.
Y creo sinceramente que la culpa de todo la tiene el marketing, si cada mes sale un modelo de móvil mejor que el anterior ¿cómo no vamos a sentir que nuestra pareja puede tener el ojo puesto en un modelo más joven, alto, guapo o listo que nosotros? Vamos con nuestras inseguridades por bandera hasta llegar al punto de que ya hasta nos comemos la olla con los “modelos” pasados -obsoletos, los mires por donde los mires- personas que estaban con nuestra pareja mucho antes de que supieran siquiera de nuestra existencia, prohibimos hablar de ellos y nos hacemos daño imaginando películas de Hollywood no aptas para todos los públicos.
¿Soy la única que ve lo demencial y enfermo que es eso?
Y hoy vengo aquí abogando por confiar más y apreciar a aquellos que nos amaron en algún momento de nuestro camino, sin dejar de mirar al frente mientras apretamos la mano de nuestro compañero… y sobre todo recordar que en algún momento nosotros también seremos el pasado de alguien y nos devastará que esa persona nos tire, como si ya no valiéramos nada.
No te lo deseo, pero sé que algún día te llegará…hasta entonces “qué te vaya bonito, chaval”
Laren dice
Hey, me ha gustado tu reflexión.
Creo que en algún momento de la vida de todos comienzan a desaparecer la mayoría de los amigos que se tienen, por diferentes razones, aunque al final nunca estamos solos. En el camino que andemos siempre habrá alguna persona con quién compartir y que al final termine siendo tu amigo, aunque sea sólo de paso. El chiste es entender y valorar muy bien eso, pero también saber decir lo que has dicho: «que te vaya bonito!»
Ah! y sí, lamentablemente nos hemos vuelto «consumistas» hasta con las relaciones…
Saludos!