Ultimamente he estado un poco quejica, y sí, como eres muy educado y un sol no me lo habías hecho notar, pero estabas deseándolo ¬.¬UU.
Es cierto que todo estos cambios han sido un poco abrumadores, cambio de país, volver a casa de la mía mamma, ponerme a estudiar algo totalmente desconocido para mi, echar de menos a mis amigos, tomar contacto con los que dejé aquí. Y esto es lo de siempre, que tú te marchas y al volver estás en el mismo punto… pero todos los demás han avanzado (casamientos, hijos…) ¿Qué te voy a contar que no sepas?
Pues bien hoy entre la alegría de estar estudiando calentita en mi cuarto y la agonía de darme calamones contra la pared con el puto JavaScript, me he dado cuenta de que adoro mi vida actual. Hacía tantísimo que no disfrutaba de un tiempo de total libertad, sin rutinas y estreses varios.
Merece la pena ahorrar, digo si la merece, pero no para una semana en el caribe o comprarte el último modelo de móvil, sino para darte unos meses -años si me apuras- de olvidarte de la carrera de ratas y regalarte los mejores momentos que puedas. Porque no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Si te paras a pensarlo, y a hacer cuentas, pierdes la mayor parte de tu tiempo trabajando para comprar cosas que no necesitas. siendo esclavo de tus posesiones, trabajando para ellas… En cambio hoy en día mis mejores posesiones son:
Levantarme sin despertador, tener tiempo para estirar bien el cuerpo, meditar sin mirar la hora. Desayunar cuando quiero. Tumbarme en el hueco de la colcha donde calienta el sol que entra por la ventana (cuan gatito), ir a dar una vuelta sin destino, ni prisas, cocinar cada día con mimo, sin comida basura, disfrutando tanto del proceso como del resultado. Esto es calidad de vida… y aún así muchas veces me empeño en centrarme en lo mucho que me queda por aprender, en lo sola que me siento a veces, en lo incomprendida… ¿Tonta? No, lo siguiente.