Ya lo cantaba Manolo Garcia, somos levedad y yo añado “también fragilidad”. Es que no somos conscientes de la inherente fragilidad de nuestro cuerpo humano, cuan dioses en el Olimpo nos creemos invencibles, que las desgracias solo pasan en las noticias y siempre a los “otros”, por supuesto.
Ejem, momentazo friki ^.^
Y es que tiene que pasarte algo, o a un ser querido, para que te pares un minuto a pensar que aquí no hay nada seguro y que tú eres un “otro” para el resto de las personas. Todos los días suceden accidentes, la gente enferma, se detectan cánceres “incurables” y es entonces cuando nos despojamos de esta capa de divinidad y nos vemos tal y como somos. Cuerpos humanos que llegaron desnudos y desnudos se irán. No nos llevamos nada, nada material, nada excepto tus vivencias, tus cicatrices, tus arrugas -¿te has fijado que en la cara de la gente es donde se puede ver que es lo que se van a llevar? Risas y alegrías o por el contrario malhumor y disgustos-
En estos momentos es cuando ves que aunque tengas el puerto USB más raro del mundo, puedes conectar con las personas, que siempre va a haber un conector universal, solo hay que rebuscar en esa mochila tan cargada que llevamos a cuestas y de camino que rebuscamos lo importante e imprescindible podemos ir sacando tonterías y frivolidades y dejarlas ahí, apartadas a un lado del camino, si a alguien les interesan que se las quede, a mi ya no me sirven¿Y a ti?
Tras unos meses de desidia por fin he decidido coger el toro por los cuernos, ya basta de quejas y de autocompasión. Que sí, que estoy enferma, que sí que hay momentos en que no puedo tirar del cuerpo, pero la mente me responde. No subiré montañas, ni correré una maratón, no saldré a bailar una noche pero puedo escribir, y puedo dibujar, puedo leer y puedo empaparme del mundo. No es el fin, ni un standby, es el principio, el principio de otra etapa. Estamos vivos, coño, menos quejarse y más reír.
Hazme un favor, busca una motivación. ¡Ahora!