¿Conoces ese tipo de gases letales que se cuelan por las rendijas de una habitación hasta dejarte caput? Seguro que alguna película habrás visto en la que pasaba esto de lo que hablo, o incluso si estás enganchada a la Casa de papel sepas de qué clase de malhechor se trata.
Pues bien, creo que después de mi gran estallido en Abril dejé alguna grieta sin sellar y se ha ido colando en mí, de modo paulatino e inexorable, la más absolutas de las perezas.
Y es que llega sin avisar, un día no te apetece fregar los platos justo después de comer y te dices: “está bien, lo hago luego, no es el fin del mundo”. Otro día tienes que contestar un email, que te toma 2 minutos de tu tiempo, pero te dices: “está bien, ya lo haré cuando esté de mejor humor. No es el fin de mundo”. Y de poco a poco, vas dejando de hacer cosas que antes hacías con la punta del pie, y ya todo empieza a costarte un mundo. Hasta mover tu culo del sofá para ir al gym es un odisea.
“Es el calor”, “es que te ha bajado la tensión después de la playa”, “es lógico, te quemaste muchísimo el año pasado”, pero tú en el fondo sabes que todo eso son excusas. La pereza vino sigilosa y ya se ha montado una tienda de campaña en tu pecho… para eso no ha sido tan perezosa, la tía.
Y esto es super nuevo para mí, la reina de la productividad y el culo inquieto que siempre estaba buscando nuevas cosas que explorar o aprender. Y por primera vez en mi vida vivida no sé que hacer, por donde tirar y lo que es peor: no quiero ni siquiera pensar en ello.
Pensar en que tengo que hacer para vivir en el futuro me produce dolor de cabeza, literal, es ponerme 15 minutos a dilucidar que hacer con mi vida y se me instala un dolor agudo detrás de los ojos que no me deja hacer nada en todo el día (nueva excusa para la pereza, que desde su saco me anima a abandonarme en el sofá y esperar que llegue otro día).
Y desde hace mucho tiempo no recurro a ti para pedirte ayuda, que curiosamente fue el tema por el que empecé el blog.
Te estaré eternamente agradecida si me aconsejas TedTalks, libros, experiencias personales en las que una persona llega a un punto en el que nada parece ser lo suficientemente importante como para mover el culo o quizás algo inspirador de como elegir una profesión que traiga un estilo de vida algo más libre, sin estar atada a localización u horarios rígidos.
Mi pereza dice que ya he hecho suficiente para un mes y que vuelva al sofá, no quiero hacerle caso pero sé que sino amenaza dolor.
Mil gracias, de corazón, por seguir estando ahí siempre.