Hace poco tiempo me sacaron mi última muela del juicio –adiós al poco juicio que me quedaba, adiós –al ser mi última iba yo ya de sobrada por la vida y de pro en el tema.
Dos visitas a urgencias después y que intentaran captarme para trabajar en el circo fueron necesarias para bajarme los humos.
Pues bien, mi madre es ATS enfermera, así que me dejé guiar por ella en el segundo cambio de medicación y la pobre mujer pues como que se lió un poco y en vez de darme un antiinflamatorio con anestésico me estuvo dando un día entero opiáceo –A mi extrañó aquel soñarrón y que me pasara prácticamente todo el día en un estado de duermevela– El misterio se resolvió y yo perdí aquel estado de colocón continuo -Nooooo XD-
Yo, en mi fumadero de opio particular…
Y ocurrió algo muy curioso en ese día: Fui capaz de dilucidar lo que debe ser la paz mental y vivir el presente de manera absoluta. Me hallaba tumbada en la cama, no tenia sueño, tan solo estaba ahí mirando la rejilla del aire acondicionado del techo, notaba mi respiración y escuchaba a mi madre trastear por la casa. Ningún pensamiento enturbiaba mi mente, y por supuesto que los tenía pero eran como pastosos, no iban conmigo y no me apetecía prestarles atención…era consciente de la temperatura del cuerpo, del aire que entraba en mis pulmones y miraba los ángulos de esa rejilla de ventilación. Ser capaz de meditar con los ojos abiertos.
Yo quiero de esa mierda, nena.
OMG, ¡¡he descubierto el santo grial gracias a ser una yonki accidental!
Desde entonces he buscado reproducir esa sensación obviando las ayudas externas, sin demasiado éxito, y lo más parecido que he conseguido fue dejarme llevar por el remolino de motas de polvo que se perciben cuando un rayo de luz entra por la ventana. No será mucho pero es un punto de partida interesante que no me había ni planteado. La meditación no tiene porque ser sentada en un zafu con incienso y la postura del loto. Puede ser tumbada en la cama mirando una rejilla, motas de polvo, sentada en el autobús siendo plenamente consciente de lo que ocurre a tu alrededor o incluso mientras visitas al dentista, los dientes son algo que ignoramos por completo y sentirlos es algo diferente para nosotros.
No sé si tú has conseguido algo parecido o has descubierto otro santo grial, pero me encantaría poder conocer tu experiencia, y si fuera posible, reproducirla. De verdad que fueron momentos de la hostia mágicos.
PD: si necesitas contactarme estaré en «Proyecto hombre» jajaja