“A ver si ya te centras”, “¿cuándo te vas a decidir por una cosa?”, “¿en qué momento piensas sentar la cabeza?”, “¿otra vez un cambio?”. Si me hubiesen dado un euro por cada vez que he escuchado esas frases en mi vida, te estaría escribiendo desde mi segunda residencia en las Bahamas.
No le damos importancia a las palabras que nos dicen, porque es cosa de quien nos lo dice y no de nosotros, pero son como conjuros lanzados a tu cara. Se adhieren al subconsciente y terminas pensando que algo va mal contigo.
Hasta hace unos años me daba vergüenza explicar a la gente cuál era mi background, porque me había creído las historias de los demás acerca de mi. Que era una culo inquieto inmadura que no podía decidirse por una trayectoria profesional y no paraba de picar flores. ¡Ay, amiga! Si hubiera sabido lo que sé ahora otro gallo hubiese cantado.
¿Alguna vez has sentido algo de esto?
- Nunca me quedo mucho tiempo con un tema.
- Sé que debería centrarme en una cosa ¿Pero en cuál?
- Pierdo interés por las cosas que pensé que me interesarían siempre.
- Me aburro tan pronto como sé hacer algo.
- Creo que todos en este mundo tienen un propósito definido menos yo.
- Me alejo de lo que estoy haciendo porque tengo miedo de estar perdiéndome algo mejor.
- Siento que no soy experta en nada, que soy la eterna aprendiz.
Pues eres de las mías: una multipotencial, personas incapaces de decidirse por un solo campo, porque hay tanto que conocer y explorar que ceñirnos a uno solo es el infierno en vida para nosotros. Pueden llamarnos por muchos otros términos:
- Scanner.
- Aprendiz de todo, maestro de nada.
- Generalista.
- La que más me gusta a mí: alma renacentista.
Además encajamos nuestra carrera profesional de muy variadas formas:
Están los que se sumergen en una nueva disciplina para luego quemarla y sumergirse de nuevo en otra disciplina.
Aquellos que tienen un trabajo fijo (y monótono) para vivir y en su tiempo libre aprenden todo aquello que cae en sus manos y crean negocios paralelos
Los que tienen varios trabajos muy dispares y los realizan todos a la vez.
Los que tienen un trabajo multidisciplinar y así un largo etcétera.
Llevo años queriendo romper una lanza a favor de todos aquellos que se sienten identificados con este término, ya que personas como nosotras somos necesarias en este mundo de especialistas.
Los especialistas son geniales en su campo, pero no saben mirar más allá de su roalito. Es por ello que siento que los multipotenciales somos un gran recurso debido a qué:
- Aprendemos a gran velocidad, le hemos cogido el truco a eso de aprender nuevas disciplinas desde cero en un tiempo récord.
- Sabemos encajar todas las piezas en un puzzle más grande, vemos «the big picture» de un proyecto. Las pequeñas partes que lo componen y cómo se unen entre ellas.
- Tenemos gran capacidad de síntesis. Sabemos lo importante de cada área que hemos estudiado, quitamos rápidamente la paja del grano. Siendo capaces de explicar las cosas de un modo menos técnico, haciendo que la gente no especialista entienda grosso modo.
- Somos empáticos. Sabemos lo que se requiere en cada área y qué van a necesitar las personas con la colaboramos. Hemos estado en sus zapatos.
- Podemos hacer procesos generales complejos más fluidos, al conocer lo que debe hacer cada parte por separado. Aquí se une nuestra capacidad de síntesis, ser capaces de ver las cosas de un modo holístico y la empatía.
- Nos adaptamos rápidamente. Somos resilientes por definición. Los cambios no nos asustan, es más, nos motivan un montón.
Ha sido un camino arduo y solo después de aceptarme, he podido abrazar mi background (que tan nerviosa me ponía compartir). Ya no me da miedo decir que:
He sido relaciones públicas, camarera, artista, maquilladora, azafata de vuelo, encargada de tienda afroamericana, peluquera, columnista, bloguera, youtuber, traductora a tiempo real, diseñadora de páginas web en wordpress, emprendedora digital o artesana.
Que hablo 4 idiomas, que lo mismo te monto una página en código, una pequeña app, que te hago una paella vegana, que me defiendo gracias al aikido y el krav maga, que sé leer las estrellas, pintar una acuarela y tunearla digitalmente. Que he estudiado física cuántica por placer, que creo que somos energía en vibración en un plano existencial que es un matrix. Que lo mismo te monto un funnel que una mesa de protocolo con los menús encuadernados por mí.
Porque el valor de una persona no está en lo que hace o deja de hacer, sino en lo bien que se sienta haciendo esas cosas y el valor que aporta en eso qué hace.
Si algo me he llevado de todo este tiempo de aprendizaje es que nadie culpa a la abeja de dejar de libar de una flor, cuando se acaba el néctar se va en busca de otra. Pues bien a algunas personas se nos “acaba el néctar” de un tema antes que a otras, y no hay nada, repito, nada malo en ello.
No sé porqué cada vez que he intentado escribir un post sobre este tema se me ha atascado, no fluye la forma, no me sale de tirón… pero esta vez he decidido dejarlo con su imperfección y para reafirmarme en que dejar las cosas “ a medias” (para otros) es mi forma de ser y sentir la vida. Que no está mal en mí y mucho menos en ti.
Si te ha gustado el tema y te apetece leer más te recomiendo estos dos libros. Son los que más me han gustado. Espero que también los disfrutes.