La vida es como una labor de tejer a lana, uno empieza montando sus puntos, tus primeros pasos, tus primeros balbuceos y cuando ya vas solo al wc parece que has terminado de montarla y es cuando empiezas a tejer. A entretejer pensamientos con palabras, pasitos con pasos de baile, pero es en el momento que apruebas tu examen de conducir cuando tu prenda va ya por muy buen camino y hasta te permites el lujo de hacer filigranas más complicadas. Porque otra cosa no, pero complicarnos la vida se nos da de lujo.
Pues bien, al igual que hacemos, tenemos el poder de deshacer cuando algo no ha ido tan bien como esperábamos, algunas circunstancias solo nos hacen retroceder cinco puntos y hacerlos de nuevo en un periquete pero ¿qué pasa cuando la liamos tanto que hay que deshacerla entera? No hay nada tan desolador y frustrante como cuando te ves con la madeja vuelta a enrollar, las agujas vacías y la sensación de que todo aquel tiempo que tejiste fue perdido.