No dormía bien, según me metía en la cama contaba mínimo una hora para conciliar el sueño, sufría pesadillas y sobresaltada de mi duermevela intentaba despertar a mi pareja para que me consolara de la pesadilla, pero su sueño era tan pesado que lo único que alcanzaba a decirme era – eso es normal, vuélvete a dormir– Él se levantaba antes que yo, así que me despertaba por el ruido que montaba en nuestro pequeño apartamento buscando sus cosas (aquí ya empezaba yo a maldecir en arameo). Me daba un beso y se iba, ya no lo vería hasta la noche. Volvía a mediodormirme y dejaba que sonara el despertador aplazándolo una y otra vez. El solo hecho de tener que salir de la cama y enfrentarme al mundo, ya me enfermaba. Cansada me arrastraba de la cama a la ducha repitiéndome una y otra vez que vaya mierda de día me esperaba. Apenas desayunaba, ya compraría alguna “guarreria” cuando sacara al perro, si es que lo sacaba…Miraba a mi alrededor, el desorden me abrumaba pero no tenia ni fuerzas ni ganas de ponerme a recoger, también tenía que ir a la compra y poner una lavadora. Me sentaba en la cocina y me hartaba de llorar. no quería estar en Madrid,no quería volver a Granada, quería estar en cualquier otra parte pero sabía que no estaría bien en ninguna.
Mal comía cualquier tipo de frito o comida rápida y salía con dos horas de antelación para el trabajo, el trabajo que siempre había soñado cuando me vine para Madrid, por fin era maquilladora para la firma MAC. Tenía que haber tenido cuidado con lo que deseaba, porque se terminó convirtiendo en realidad. El trabajo soñado, viviendo por fin con él y nuestra pequeña familia con perro incluido.
El solo olor que desprendía el metro cuando el aire abofeteaba tu cara al abrir la puerta ya me deprimía, la gente gris, con sus caras tristes, el rumano del acordeón narrando sus desdichas, intentaba enfrascarme en mi libro y subir al máximo el MP3, pero mi corazón temblaba a cada estación.
Prisas, y más prisas, lo hiciera como lo hiciera siempre iba con la sensación de llegar tarde. Transbordo al cercanías, es curioso como es de relativo el tiempo, cuando vivía en Granada y mis amigas proponían ir a tomar un café a la playa me parecía una locura 40 minutos para tomar un café y ver el mar, ahora solo en ir al trabajo gastaba el tiempo de ida y vuelta con creces, añoraba la playa tanto que me ardían los ojos solo de pensarlo. Las seis horas y cuarenta minutos en el trabajo eran un infierno, las compañeras una tortura, muy malas personas y egoístas superficiales. Contaba los minutos para salir flechada a coger el tren hacer el camino inverso a casa. Donde sabía que me encontraría a mi pareja empotronada en el sofá, no habría recogido la casa, ni la lavadora y con suerte ese día habría hecho la cena, sino de eso ya me encargaría yo a las 2330 cuando llegara, si tenía suerte y no perdía el tren. Así un día tras otro, los días se deslizaban insulsos sin diferenciar lunes de sábado, solo vivía para los domingos, ni diferenciaba amaneceres de atardeceres, sin mis amigos, sin mi familia y sin esperanzas.
Asi me veia yo, rota a cachitos…
Hoy en día cuando pongo la cabeza en la almohada me duermo, y según abro los ojos, sobre las 6:30 0 7:30 (ya no uso despertador) me levanto dando un salto mortal, hago mi meditación que me aporta una serenidad increíble para afrontar el día. Me preparo un nutritivo y sano desayuno a base de licuado de frutas, verduras y jengibre, un macha japonés y una tostada de pan sin gluten con tomate y pechuga de pavo. Aprovecho antes de ir al trabajo para estudiar, o escribir alguna reflexión y siempre con una sonrisa. Me encanta sacar a mi perro y darle una vueltita, me rio tanto viendo lo feliz que es, lo digno que va por la calle y como menea su rabo mientras camina mirándome con la lengua fuera (encuentro placer en lo más mínimo). Voy en bici a mi trabajo, está a solo 10 minutos, pero no hago el camino más corto, hago el mas bonito, por la arboleda, donde puedo disfrutar del aire puro en la cara, el sonido de los pájaros, las personas tranquilas paseando en está ciudad de atardeceres dorados.
Mi trabajo no es el soñado, es un horario partido de que huía en Madrid, pero aquí el ambiente es genial, cada día un reto y el nivel de estrés aunque se dispara en algún momento puntual tiene un equilibrio con los días mas tranquilos. No estoy presionada por objetivos, me dejan hacer las cosas a mi manera y mi ritmo y me valoran, voy al trabajo contenta.
Aprovecho cada minuto del día, como algo ligero y me voy al gimnasio a mediodía y cuando salgo por la noche ya no diferencio martes de domingo. Siempre hay algún plan, quedar con alguien, llamar a alguna amigo que esta lejos o simplemente volver dando un paseo mas largo hasta casa. Mi sensación es de felicidad, de sentirme bien conmigo misma y crecer como persona. El tema laboral que tanto anhelaba a irme de Madrid pasó a un segundo plano, no es tan importante, lo importante soy yo, no lo que hago o dejo de hacer y me considero una persona más valiosa ahora y aquí que cuando me codeaba con famosos en los platós de Madrid.
Estas reflexiones las escribí hace algún tiempo y aunque la situación ha variado ligeramente (o no tan ligeramente, vamos que me mudo de pais! ¬.¬UU) creo que se aprecia el cambio sufrido en un periodo de 2 años. ¿Cómo lo he hecho? Pues no tengo ni idea (ojalá tuviera la llave del santo grial) pero algunas cosas si he sacado en claro.
Cosas que ahora veo que hacía mal:
– Ser muy negativa.
– Encontrar todo lo malo, incluso en lo bueno.
– Culpar al mundo de todo lo que me pasaba.
– Ser una vaga redomada.
– No sentir pasión por nada, ni curiosidad por aprender cosas nuevas.
– No cuidar nada mi cuerpo.
– Poner en manos de terceras personas mi felicidad. Desde mi pareja, a mis amigos,a la chica que me entrevistaba para un puesto de trabajo.
– Dialogo interno refunfuñante.
– Ser mi peor enemiga, ni las malas de la telenovelas son como yo era conmigo.
– Reprimir sentimientos y ca
llarme cosas. Hasta que la bola era tan grande que estallaba en ataques de ira.
Cosas que ahora hago que me hacen bien:
– Ser optimista. (Ya hasta me gustan los días de lluvia, puedo ponerme mis botas de agua y chapotear por los charcos!!Yujuu!!)
– Encontrar todo lo bueno que hay incluso en lo malo. Lo bueno me parece la leche, de lo malo siempre saco una enseñanza.
– Hacerme responsable de mis actos y aceptar las consecuencias.
– Hacer mío el lema “Quien quiera peces, que se moje el culo”.
– Apasionarme con cada pequeña cosa, investigar, preguntar, no enterarme y volver a preguntar, sin miedo a parecer idiota. ¡La pasión combinada con la curiosidad es un cocktel molotov!. Twittealo <3
– Mi cuerpo es mi templo, lo alimento bien, lo mimo y soy consciente de que no solo es físico, el alimento también se lo doy al alma.
– Meditar cada día. Jamás pensé en los beneficios de algo tan sencillo. “Meditar es gratis, no hacerlo puede salirte muy caro”.
– Ser consciente de que soy una persona completa, capaz de ser feliz por si misma, a los demás les confiero el valor de complementos de mi vida. Jamás, bajo ninguna circunstancia, haré acarrear a otro ser humano con la carga que supone hacerme feliz y aún menos encargarme yo de la de otra persona. (Esto es una promesa de meñique conmigo misma XD).
– Mi dialogo interno ahora es “la polla, con pan y cebolla”, me divierto tanto conmigo misma que hasta a veces se me saltan las lagrimas y se me pone el vello de punta.
– Me convertí en mi mejor amiga, me quiero, me acepto, me digo más piropos que mi abuela y me doy la mano si me caigo, no me pateo y me insulto por torpe.
– No me callo ni media, si algo me molesta lo digo, de buenas maneras, sin ser una energúmena, me gusta aclarar las cosas y no crear malos rollos.
Yujuuu!! ha tardado media hora en cargar la foto!!jajajaja
¿Y tú? ¿has aprendido a hacerte feliz? ¿Cambiaste algún patrón en tu vida del que te sientas realmente orgullos@?, y si es así…¿cómo lo hiciste, “pardiez”? ¡¡Comparte sabiduría!! Te has quedado flipado con la Caro seriota, ¿¿eh?? jajajajaja